Una invitación permanente a soltar las certezas
Cualquier código es un acuerdo de comunicación y acordamos innumerables códigos para prácticamente TODO en nuestras vidas.
Pero estos códigos están impregnados de nuestros condicionamientos y vivencias y eso es algo que deberíamos tener presente, porque desde ahí, los códigos tienden a hacerse personales.
Cada tarotista ha heredado un código que utiliza en sus interpretaciones, pero si entendemos que somos un canal que usa el Tarot como herramienta, es importante tratar de distinguir la delgada línea entre el código, nuestras proyecciones personales y hasta el código que pueda traer el consultante.
Hay una invitación permanente a soltar las certezas y humildemente abrirnos a la naturaleza insondable del Espíritu y del Tarot como herramienta.
Una muy buena estrategia que puede ayudar en este punto es siempre cuestionar: a nosotros, al Tarot y al consultante, entendiendo que no somos portadores de la verdad absoluta y abrirnos constantemente a la idea de que nuestros códigos van a ir “evolucionando” y enriqueciéndose con nuestras experiencias. Son mutables, por decirlo de alguna manera, y aunque los vamos personalizando, también deben conservar su esencia universal pues al fin y al cabo, el código es parte de un acuerdo para comunicarnos. Los hacemos nuestros sin que dejen de ser parte del colectivo.
Si entendemos esto y estamos abiertos a ser un canal para transmitir un mensaje, nuestro trabajo en cada lectura, será buscar la congruencia, la coherencia y si… La conexión con El Espíritu.
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